Uno de los principales activos de Tolox
es el Balneario, un manantial de salud situado a poca distancia del casco urbano. Este lunes 1 de mayo abre otra vez sus puertas en
una nueva temporada que verá su fin el martes 31 de octubre. Ya llevamos 150 años, exceptuando muy pocas temporadas, desde ese verano de 1867 gracias a la iniciativa empresarial del farmacéutico D. José García Rey. Este año con una novedad, las instalaciones del hotel dispondrán de una piscina, siempre y cuando los permisos lleguen a tiempo.
Los seres humanos tenemos una gran
dependencia del agua hasta el punto casi de deificarla en
determinadas culturas: el agua limpia, purifica, regenera y puede ser
el origen de todas las cosas. Posiblemente muchas de estas ideas
podrían haber estado presentes en D. José García Rey, un farmacéutico de
Tolox que en la década de los sesenta del siglo XIX ya conocía las
propiedades de las aguas amargosas. Gracias a una arriesgada visión en 1867 este facultativo abrió el Balneario en un maravilloso enclave por entonces apartado del mundo y cuatro años después, en 1871, sus aguas
fueron declaradas de utilidad pública.
Sin embargo uno de los principales
escollos era la comunicación, los caminos que concurrían al
Balneario de Fuente amargosa eran difícilmente superables, tanto los
que unían el pueblo con Coín, cabeza de partido judicial, como con
la capital de Málaga. Aunque la primera contrariedad no estaba muy lejos: el camino desde Tolox
al Balneario se pudo sufragar gracias a una aportación del
Ayuntamiento de 100 pesetas. Este tema de los caminos fue motivo de
diversas sentencias judiciales en la década de los ochenta del siglo
XIX.
A comienzos del S. XX, en los últimos días de
septiembre de 1906, ya fallecido García Rey, una gran riada destruyó
el Balneario, quedando solo un lienzo de pared. Las nuevas
instalaciones vieron la luz un año más tarde, una estructura de una
sola altura. En 1931 se produjo una ampliación de sus instalaciones
y se añadió una nueva planta quedando configurado el edificio como
lo conocemos en la actualidad.
Pero los caminos de acceso seguían
siendo complicados. Hasta casi 1930 se podía ir en tren hasta Coín
pero desde allí al viajero le esperaba aproximadamente tres horas y media sobre
unas jamugas que, por muy experto que fuera el arriero, hacían muy
penoso por la calor y el polvo dicho camino de herradura. Este periplo fue referido en la correspondencia epistolar enviada por Salvador Rueda a Manuel del Río del Río y al médico-director Antonio Romera, con detallista referencia de su regreso del balneario, en 1928, a lomos de una burra:
A poco, las jamugas
hicieron inclinación a Occidente, mientras el albardón
apuntaba decidido a
Oriente. Yo empecé a poner paz en la desavenencia, penduloneando
(¡!) como lengüeta de
peso, según había de poner de acuerdo las taras.
Allá en una pendiente
dantesca, que venía a ser como un calvario cuesta abajo,
hubo necesidad de
restablecer la gravitación universal y hubo parada, aflojamiento
del corsé de la burra,
vuelta a las buenas vistas de las jamugas, porque el arriero
me había puesto de
espaldas a la belleza, y ¡oh habilidad sorprendente del espolique!,
esta vez había puesto
las jamugas derribadas a Oriente y el albardón apuntando
a los lejanos arreboles
de Occidente. Y quedó establecido otra vez el péndulo,
solamente que con media
vuelta de mando militar a la derecha. Y héteme aquí
otra vez, no de jinete,
sino de tira y afloja, de regulador y de lengüeta de la carga.
A todo esto yo tenía
ya las manos desolladas de agarrarme [...] y más bien
parecía la burra una
mecedora donde me iba meciendo contra todo el torrente
de mi voluntad.
—¿Qué tal va
usted?, preguntaba, con cara de satisfacción, el acompañante.
—En la gloria, le
respondía yo, procurando reír y poner voz armoniosa.
La oferta hotelera surgió pronto, pensamos que en la década de 1870 o 1880 se abrió, a escasos metros del Balneario, la Fonda de los Baños. Cuando Manuel del Río pasa a ser propietario del Balneario, después de la riada, también se hizo cargo de este lugar al que dio el nombre de Fonda del Campo. Este nombre cambió en 1944, cuando pasó a denominarse como Hotel del Balneario. Sin embargo en el lenguaje popular tolito muchas veces seguimos utilizando, en especial los mayores, la denominación de Fonda del Campo.
Como
podéis comprobar la simbiosis entre el Balneario y el pueblo de Tolox, en
estos ya siglo y medio, es innegable. Ahora en nuestros
días no podemos identificar ambos lugares por separado, Tolox es el
Balneario y las aguas Amargosas que circulan por sus venas son
Tolox. En la actualidad, flanqueado un nuevo milenio, el
turismo de salud es cada vez más importante. Las diversas
enfermedades, en su mayoría respiratorias, que mejoran gracias a la
visita a este Balneario son muy variadas. Esperemos que Tolox pueda
seguir contando con esta fuente de vida al menos otros 150 años.
Por
lo pronto, este lunes 1 de mayo comienza una nueva temporada en el
Balneario. El hotel abrirá sus puertas el próximo 1 de junio. ¡Merecen la pena visitar estas instalaciones termales enclavadas en un lugar fantástico!
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